Por Miguel Fredes
ONG Incidencia Global

Sobrevivencia mediática y contingencia social: Los nuevos gladiadores

Tal como lo reconoció Daniel Stingo en conversación con Julio César Rodríguez (https://www.youtube.com/watch?v=pjEUxsG2CZk), los medios a través de sus matinales han forjado un personaje “construido entre todos” que busca “cuestionar a la autoridad” ante los abusos –reales por cierto- y lograr que exista una voz pública “que los represente”.
Así, es novedoso que a partir del 18 de octubre surjan gladiadores –políticos en caída o “rostros” desvinculados de la TV- que se erigen ahora como “la voz” de los oprimidos cuando fueron incapaces de cumplir con el ADN de la comunicación social: informar, educar e investigar a fondo asuntos o noticias de interés colectivo, dejando el morbo y la invasión a la vida privada.

No hay que demonizarlos. Se trata de personas que luchan por su sobrevivencia. Sienten que son imprescindibles como representantes de lo popular, olvidando que los verdaderos agentes de cambio son aquellos héroes – a veces anónimos- de cruzadas de toda una vida como fue por ejemplo Clotario Blest, cuya obra y vida se forjó durante toda una vida, con errores y aciertos.

Pero ese camino es demasiado áspero para los tiempos de la inmediatez. Es más cómodo hoy ser popular tratando de enseñarnos a través de un video posteado en Twitter algo que ya sabíamos: La Constitución del 80 amerita reformas y ella junto a las anteriores no fueron redactadas por el pueblo. Qué duda cabe!. Lo que no se explica en un video en que aparece Daniel Stingo como expositor es cómo estos cambios “refundacionales” nos llevarán a una convivencia futura pacífica, equitativa, en que todos sean bienvenidos en un país que no tolere la desunión.

Pero ese no es el objetivo central de los nuevos gladiadores del pueblo. Es precisamente el facilismo, la instantaneidad, y la gratuidad del acceso a la información que aviva el sueño de muchos “rostros” y políticos de ganar rápidamente fama, un estado muy fugaz pero embriagador.
Y esta fiesta de adrenalina -para algunos- que se genera en las calles y se reproduce por los medios puede llevarnos a una crisis mayor por no entender que los cambios sociales deben reflejar acuerdos nacionales y no de unos pocos contra otros que visten uniformes y que también son parte del país.

Pero publicar dicho párrafo anterior puede ser muy impopular. Un comunicador de sensibilidad por cambios refundacionales podría encontrar “tibios” cambios pausados en que su audiencia le exige radicalizar sus opiniones o de lo contrario será troleado por el más común de los estigmas: ser “facho” antes “momio”, palabra esta última erradicada en el vocabulario popular.

Un “rostro” podría ser hundido comunicacionalmente por expresar y ser reconducido al ostracismo, por ejemplo, que dos años de inestabilidad a escala nacional, reinventando la pólvora constitucional nos puede llevar a un escenario del cual no podremos salir.
Sin duda que hay que generar un sistema de salud gratuito de calidad, un eje central de un país justo, democrático y moderno. Pero dicho derrotero no llegará con mayor división entre nosotros pensando que sólo la “hoja en blanco” puede resolver los objetivos trazados. Deberíamos partir por los consensos de cómo financiaremos dicho sistema antes que reescribir el derecho a ella.
Para quiénes desconocen cómo opera Twitter, lo que hace Stingo es precisamente generarse audiencias con frases sensibles pero nunca dar explicaciones a temáticas concretas y aterrizadas.

¿Cómo mejoramos la distribución del agua ante un déficit cada vez más evidente? ¿Cómo descentralizamos el país? ¿Cómo exterminamos –Daniel- la farándula que hoy vive de la lágrima de una abuelita despojada de su vivienda pero nos aleja de la mejor solución habitacional?
De ahí que políticos y comunicadores de todas las trincheras buscan ser “influyentes” a través de la emoción y nunca más por la razón. Eso lo sabe muy bien, además, el Diputado Gutiérrez quien no sabe de soluciones de asuntos de Estado pero es un perito en encender un fuego mediático que compran fácil sus adversarios quienes lo han encumbrado a un altar que no poseía.

Han sido precisamente sus adversarios políticos la mayor fuente de rédito comunicacional “twitteando” o comentando sus mensajes, que luego, le conquistan entrevistas de medios de comunicación que alientan “la polémica” pero jamás la solución a los problemas nacionales.

Hoy la comunicación digital es absolutamente emocional y ello lo saben muy bien grandes comunicadores de la izquierda como Marcelo Díaz, Guido Girardi, Alejandro Navarro, quienes han rentabilizado su participación electoral enfureciendo a sus adversarios, quienes, a veces por su candidez e impericia no entienden el juego mediático y caen en las mismas bajezas del empate.
Por décadas, el gran eje de la trinchera comunicacional de Chile fue Pinochet. Navarro, por ejemplo, supo que no tendría el talento para ser presidente pero logró anticiparse a la radicalización del mensaje político del abuso y llegó antes que otros a hablar de la “Dictadura de Piñera”. Un mensaje emocional muy fácil de vender.

Lo complejo es manejar un país y conseguir soluciones concretas a grandes problemas, asuntos que la izquierda amante de la vertiente Chavista jamás ha reconocido pues no vive la cotidianeidad de Venezuela. Pero ese no es problema de Alejandro Navarro sino de quienes le han entregado tribuna gratuita a sus encendidas cuñas, citas y discursos. Navarro es precisamente, una persona que se cuelga del malestar y lo empaqueta de frases con esa entonación y acento que lo hace más cercano a lo que él llama “el pueblo”.

De esta forma, Navarro y Gutiérrez, antes inofensivos, fueron convertidos en íconos comunicacionales por la propia derecha gracias a un discurso que posee una base emocional real y concreta: En Chile existen abusos en sus más diversas manifestaciones que el ciudadano de a pie experimenta a diario: violencia intrafamiliar, abusos laborales, delincuencia, un sistema de transporte público ineficiente y una sensación de que el que tiene más siempre se sale con la suya, particularmente en lo que denominamos delitos de “cuello y corbata”.
Bastaría que centráramos el debate nacional en interrogantes transversales: ¿Cómo salir de una economía concentrada que asfixia a las PYMES? ¿Por qué el costo de vida en Chile es tan alto a escala regional y global? ¿Por qué no focalizamos nuestros recursos humanos en educación de calidad desde la infancia? Pero evitamos avanzar pues eso les impide a las elites vivir del discurso.

Ni la UDI, ni el FA o el PC por sí mismos, aisladamente, podrán solucionar los problemas que nos aquejan. Cerrando con Stingo su mensaje es aceptado pues se expresa con su mejor momento un sentimiento arraigado: «la élite siempre ha hecho las constituciones, redactémosla nosotros». La gente busca estar cerca, adherir a sentimientos y piensa que la arenga refundacional cambiará nuestras vidas en cuestión de minutos por que un par de genios nos han vendido ese mensaje.

Pero las elites de lado y lado aún siguen sin atender la labor central: trabajar en soluciones concretas para el país y dejar los escenarios catastróficos o eufóricos, pues la bipolaridad no le sirve a la Señora Juanita que sigue a la espera de la atención en el consultorio. Curiosamente, es la derecha quien más visibilidad y trascendencia le ha dado al discurso de Maduro sin habérselo propuesto mediante una obsesión fatalista que se resume en el Chilezuela. La gran mayoría no cree en esa fábula. Bastaría eso si aclararle a la ciudadanía, aquí y en la quebrada del aji, que él dictador venezolano sobrevive en política únicamente gracias al petróleo y al apoyo que tiene -por ende- de sus clientes, Rusia y China, que explica el por qué no ha sido derrocado. Pero existen más errores no forzados de la derecha. Quienes verdaderamente creemos en una sociedad libre pero justa a la vez, advertimos errores del actual gobierno que deben atenderse.

El estado debe permitir la iniciativa privada pero sin entregarles a algunos incentivos perversos como el DL 701 de Fomento Forestal, un enclave productivo forjado en Dictadura que la izquierda no se atreve por su lado abolir para no enemistarse con el propietario forestal de las regiones del sur. Esa es otra paradoja del oportunismo político en que se unen izquierdas y derechas. Por su lado, la derecha tradicional, debe atender la diversidad de la sociedad. Piñera habló de inclusión pero sus gobiernos fueron sólo clubes de amigos, sin calle, lo que explica la total desconexión con la catarsis social que se explica no por que la izquierda tenga un monopolio electoral sino que las personas se sienten asfixiadas por el stress del costo de la vida que se fue acumulando por décadas. Pero no hay que caer en tentaciones populistas.

Debemos tener un estado más pequeño en las fuentes de análisis de datos o gastos superfluos (exterminar el boato fiscal) pero debe tener mayor músculo para fiscalizar los mercados y agentes de la colusión y para mejorar la función de la seguridad interior del estado, ambas tareas abandonadas por izquierdas y derechas. El Estado debe centrar sus esfuerzos en lo urgente: infraestructura del uso y aprovechamiento equitativo del agua para consumo humano y agrícola; un sistema universal del salud gratuito y de calidad, pensiones dignas para quienes se quebraron el lomo por el país; educación de calidad para la infancia, un mejoramiento sustancial de la infraestructura pública y sistema de transporte a nivel nacional, una descentralización justa y equitativa del país junto a herramientas a las policías del siglo 21 para entregar una seguridad nacional que se respire en todo el país. Todo lo demás podrá esperar hasta que existan bases reales de consenso nacional. El estado no puede reemplazar en lo demás a los privados. Sin embargo, ha sido el propio Estado quien abandonó su labor de promover el emprendimiento de la juventud, su creatividad, su iniciativa individual, la resiliencia de la comunidad, la ética en el trabajo, la libertad pero también la solidaridad no sólo en las aulas, sino también en los gremios y grupos intermedios de la sociedad. Esto es un fracaso de izquierdas y derechas unidas.

La proactividad, creatividad e iniciativa individual debe ser alentada desde la infancia para evitar la tentación de que el acuerdo político únicamente flote sobre la gratuidad en todos sus ámbitos. No todo puede ser gratis. Así, acrecentaremos una juventud que paradójicamente hoy no quiere Estado en sus ámbitos de libertad personal, desdeña sus compromisos cívicos pero a la vez espera todo de él en sus derechos económicos y sociales tales como educación, salud y otros beneficios públicos.

Fue tanto el Laissez-faire de izquierdas y derechas que se abandonaron funciones educacionales de promoción y valores que hoy pocos adhieren no porque no sean relevantes sino por permisividad y bastante pereza de nuestros gobernantes. La tarea, entonces, es trabajar sin tregua en las soluciones y no perder tiempo en las emociones que acompañan a un discurso político que únicamente transforma la polémica de las partes en el fondo o sustancia de los asuntos colectivos.

Fuente: www.incidenciaglobal.cl – Febrero 2020