En una primera y rápida mirada podemos ver con claridad que la batalla está perdida; las fiestas continúan en pandemia, los críticos con odiosidad al alza, funerales narcos masivos, políticos tratando de ganar aprobación, altas autoridades no cumpliendo los protocolos que ellos mismos imponen, ex políticos con causas judiciales pendientes dando recetas de cómo manejar el país, ataques extremistas en la Araucanía, un populismo desatado, en fin, una larga lista de suma y sigue.
El país debe ser mejor, es un imperativo moral que así sea, pero el camino es el entendimiento y no el enfrentamiento, es el conocimiento y no los dogmas, es la experiencia y no la improvisación.
La historia nos ha mostrado una y otra vez, cual es el resultado de tomar un mal camino, debemos aprender y enmendar a tiempo.
Es tiempo que todos y cada uno de nosotros comencemos a alzar la voz pidiendo prudencia y conocimiento. En las redes sociales, en nuestros círculos de amigos, de familia y de trabajo, tenemos que intentar frenar este frenesí de mala leche que se está apoderando de todos.
Si los ciudadanos que aman a su país, independiente de su legítima visión política y su mirada de la sociedad, no tratan de poner sensatez y exigir a las autoridades y los políticos que frenen esta ola de tontera y odiosidad, creo que no sólo la batalla estará perdida, el país lo estará.
Ya es tiempo que entre todos tratemos de ganar esta batalla.