Por Luz María Koch,
Economista.

Primeras cosechas del Covid-19

A meses del avance de la pandemia en el mundo, podemos analizar con alguna perspectiva las devastadoras secuelas que ha generado este virus. Muchas familias han debido sobrellevar la muerte de sus seres queridos, al tiempo que sobreviven a una vida que más parece una película de ficción. Hemos aprendido como sociedad a valorar lo que habíamos dado por sentado, desde sacar los niños a jugar a la calle o al colegio, hasta una estabilidad laboral.

Chile no ha estado ajeno al impacto del coronavirus, el último imacec, índice que mide la actividad económica mensual, muestra una caída de 14, 1%, en la producción de abril de este año. Cifra dramática e históricamente baja. Muchos critican livianamente como se puede anteponer “la economía por sobre la salud de las personas”. Lo cierto es que detrás de este freno en la actividad, hay miles de personas que han quedado sin empleo, sin ingresos, sin posibilidad de poder llevar alimentos a sus familias. Las medidas desde al Gobierno han colaborado con la crisis alimentaria que enfrentamos, pero urge darle agilidad a los programas sociales. Responsabilidad, por supuesto, del sector privado y de toda la clase política dirigente de este país. No caigamos en la bajeza de anteponer la ideología, por sobre el bienestar de la población. La crisis sanitaria no tiene precedente y su extención se asocia a un factor relevante para controlar su propagación, la vacuna. Hoy muchos países se pelean por alcanzar el podio de la solución al virus, lamentablemente todavía nadie cruza la meta.

Mientras, la tasa de desempleo se dispara, la capacidad productiva chilena se erosiona cada día más y la crisis alimentaria se agudiza. Las anheladas cuarentenas, dejan a su paso, el cierre de empresas que no pueden sostener paros indefinidos en los ingresos y costos fijos permanentes. La realidad es aún más dramática en el caso de las pequeñas y medianas empresas, que muchas veces no tienen las espaldas financieras suficientes, ni posiciones negociadoras favorables para ajustarse a mejores condiciones. Según cifras de la Asociación Chilena de Seguridad, el 70% de las pymes ha visto disminuido sus ingresos debido al Covid-19, situación que agrava bastante su sobrevivencia. En la otra cara de la moneda, se genera una crisis alimentaria galopante que empuja a las actividades clandestinas o informales como fuente alternativa de ingresos, agravando el riesgo de contagio en una capacidad hospitalaria al límite.

Es imperativo proteger nuestra economía hoy y mañana. Porque necesitamos proteger la realidad de todas esas familias que finalmente componen y participan de las diferentes actividades laborales en el país. Debemos cuidar nuestra actividad productiva, para que mañana podamos contar con esas importantes fuentes laborales, que tanto se requieren. Y por sobre todo, no descuidar a nuestros emprendedores, responsables de generar más del 70% de nuevos empleos en Chile y  que representan el 98% del total de empresas en el país. Asumir por tanto que el foco en la economía tiene un carácter distinto al social, sería un error conceptual que nos puede llevar a juzgar apresuradamente la medida de una política pública, que hoy tiene la difícil tarea de reducir los contagios de Covid-19, sin descuidar la dramática realidad alimentaria de muchos chilenos.   


Fuente: Unidos por Chile – Viernes 05 de Junio 2020