Por Mateo Ferrer
miembro Comité Unidos por Chile

PARTE II: Los relatos y la violencia

Los vulnerables a estos relatos

Comprender las personalidades vulnerables a ser manejadas a través de relatos, no valida ni justifica su actuar violento. Muchas veces comprender o explicar, se confunde con validar o justificar, limitando la responsabilidad personal sobre las consecuencias de los actos violentos. Peor aún, se quiere justificar y/o validar la violencia, construyendo relatos en que se les atribuye sen víctimas de una sociedad egoísta que los ha olvidado, utilizado y explotado, por ende, como no tienen nada que perder, porque nunca han tenido nada, se justifica y se valida en descontrol de su violencia. Se les da un sentido épico en el relato, se lucha contra la inequidad, la injusticia.

La condición real de los grupos vulnerables, no se relaciona con que no tienen nada que perder, tampoco es causada por la inequidad, la pobreza u otras explicaciones que “les guste darse” en la habladuría o relato épico, como señala un barrista: “nosotros nacimos para esto, estamos con la gente, nos convoca la lucha contra el neoliberalismo, contra la empresa”.

La comprensión de lo que ocurre en los grupos vulnerables es más compleja y no se relaciona con los relatos descritos, que por tanto repetirse en la habladuría o publicidad, se toman como reales. En este grupo, es frecuente encontrar personas que sufren un sentido de la vacuidad, del sin sentido, de ineficacia, de soledad epistémica y de pérdida o ausencia de referentes. Tienden al aislamiento emocional, tienen baja autoestima, baja capacidad de postergar la recompensa, baja tolerancia a la frustración, por tanto, buscan la gratificación inmediata y tienden a ser muy inestables emocionalmente. El vivir en referencia a objetos de consumo, que en muchos casos ven lejanos de obtener por sus capacidades reales y características de personalidad, tienden a buscar alternativas más inmediatistas para lograrlos tales como robo, tráfico y consumo de drogas, etc. Estas personas vulnerables son transversales a las clases sociales, sin embargo, en las clases más acomodadas tienen más apoyo, control y contención.

En términos generales regulan su emotividad, participando en actividades grupales que no demanden exposición de la intimidad emocional, las actividades otorgan el sentido de pertenencia, que exigen ciertos códigos de pertenencia, de lealtad y de protección mutua.    

Hay dos tipos fundamentales, el primero, los que tienden a tener el miedo y desconfianza como disposición emocional básica, en la medida que se sientan seguros, tienden ir aumentando sus proezas y riesgo. Son rabiosos y coercitivos activos para obligar a que sean escuchadas sus demandas, sean cuidados y sentirse seguros. Tienden también a coercionar a los de su propio grupo, con los mismos fines, lo cual los lleva por lo general a tomar el rol de líder.

El segundo grupo, es la más bien masa, son los que tienen un sentido de vacuidad, por ende, pertenecer a un grupo, ej. barras bravas, les da un sentido de referencia y de pertenencia, sobre el cual pueden tener un sentido de valor de sí mismo, desde una vivencia nihilista y narcisista.

Son los que actúan no tanto por coercionar, sino más bien en referencia del grupo de referencia, “teniendo la promesa que hace el relato” como norte para estabilizar su propia identidad.  Es casi como si cumplieran “un deber ser”, mientras se hace lo que el grupo manda o espera uno pertenece y tiene valor. Se debe quemar, agredir, etc., se hace por la validación social, todo está en obtener esa pertenencia y validación social, se es en función y para cumplir con el sentido de referencia. Son fáciles de adoctrinar y se tienden a mimetizar con los líderes o sus relatos. Por este mismo motivo, en su existir cotidiano se sienten permanentemente observados y evaluados, lo cual los hace a su vez desconfiados de ser verdaderamente aceptados por su grupo de referencia, sintiendo que para lograr la aprobación “deben dar pruebas” de que “son como se debe ser”.

Los logros obtenidos, le dan el sentido de valor trascendental y de confirmación de su autoestima. Son los que repiten los eslóganes y lo transforman en verdades absolutas, se confunden y se hace uno el eslogan y la identidad confunden. Dado que la identidad se confunde con otros, la excitación que el riesgo trae, les permite sentirse a sí mismos y apaciguar el sentimiento de vacío o nihilista, dado que esta excitación le da un sentido de ser separado de los otros.

Considerar estos puntos que relacionan relato y violencia, son fundamentales para poder desactivar estos grupos que propenden a la violencia.

Fuente: Unidos por Chile – Febrero 2020