Luz María Koch,
colaboradora Unidos por Chile
No todo lo que brilla es oro
Sigue en carrera la votación del proyecto de ley que pretende aprobar el retiro voluntario de los ahorros previsionales de las AFP. Muchos son los argumentos a favor y en contra de la nueva ley. Hay quienes defienden la urgencia de las personas de obtener la anhelada liquidez que la pandemia se ha llevado. Los compromisos financieros y gastos permanentes siguen su curso, mientras los ingresos se han visto fuertemente disminuidos. Entonces, el retiro de los fondos de jubilación parece ser una salvación. Proyecto que se dice además, sería la mejor alternativa frente a otras soluciones que ha planteado el actual Gobierno.
Lamentablemente, el proyecto en discusión, funde dos aspectos que deberían correr por carriles separados. En primer lugar está la disputa sobre reformar al sistema previsional y por otro lado totalmente separado, el ayudar a los chilenos a generar solvencia en medio de esta profunda crisis. En este segundo punto, es debatible la complejidad y velocidad que ha tenido el Gobierno para llegar con ayudas directas a la población, que obedece a un sistema estatal que no da el ancho y requiere cambios urgentes para poder hacer frente a futuras crisis. Esto afecta la credibilidad y eficiencia de las políticas públicas y abre las puertas al camino fácil: el retiro de los fondos previsionales. Pero no hay que olvidar que estos fondos tienen un destino y un fin muy específico, se reservan para la etapa donde las personas dejan de percibir ingresos con carácter permanente y por lo tanto, reciben su pensión como ingreso. La preferencia por el ingreso presente versus el futuro es clara, de hecho las encuestas se mueven en esa dirección. Sin embargo hay un trasfondo y argumentos técnicos que no amparan el actual proyecto de ley. El desmedro a los montos de jubilación es indesmentible, sin perder de vista lo regresivo del proyecto. Peor aún, esta medida favorece solo al trabajador formal, dejando fuera de los beneficios a una inmensa cantidad de la población chilena.
Desafortunadamente hoy existe algo que empuja las decisiones con mayor fuerza que cualquier argumento técnico, el encandilante populismo. Destacando también, que quienes toman la decisión de los compromisos fiscales hoy, no tienen la responsabilidad fiscal del mañana. Nuestra clase política “escucha a la gente”, que es muy válido, pero igualmente importante es construir proyectos de ley que sopesen los impactos económicos y sociales que significa implementarlos, porque el remedio puede terminar siendo peor que la enfermedad.
Colaboración: Unidos por Chile – Martes 21 de julio 2020.