Chile: un paciente de riesgo

Chile es un paciente de alto riesgo enfrentando lo que será el mayor enfriamiento de la economía mundial en años. Nuestro país, hipertenso, conectado a un ventilador, tratando de sortear con éxito este cisne negro que aterrizó en el mundo y que anuncia una recesión a nivel global. Todos los países luchan por combatir la enfermedad a la par que están conscientes del impacto que esto tendrá en la población. Mayor desempleo, menores ingresos, inestabilidad económica, dejando fuera por supuesto, las macabras muertes que han debido sobrellevar. Las medidas desde el Gobierno para alivianar los meses que vendrán, sin duda van en la dirección correcta, pero serán apenas “paliativos” si seguimos en un camino sin rumbo claro. Chile, no solo deberá navegar por las duras aguas del coronavirus, debe además atravesar la tormenta local. No es dramatizar decir que dos años más de incertidumbre, luego del paso del devastador virus, desplomará este paciente que ya está en la UCI. Los estímulos monetarios y fiscales, que pueden ayudar a empujar la economía hacia arriba, están al límite. El aumento del 8,5% del gasto público este año implica que éste representará un 25% del PIB, cifra histórica. Las proyecciones de crecimiento, por su parte, se actualizan a la baja para el 2020 y el 2021, ubicándose bajo el 1% y un 2%, respectivamente. El Banco Central por su parte, bajó la tasa de interés al 1%, dejando poco espacio para futuras ayudas monetarias. Por otro lado, los capitales extranjeros se erradicarán en aquellos países que existan condiciones básicas para invertir. Lo básico es poder tener las reglas del juego claras. Chile agoniza y levantarlo es responsabilidad de todos, así como nos unimos para cuidarnos de este virus. Cuidemos nuestra economía y las familias qué componen este país, sin dejar nunca de  hacerse de cargo de aquellas nobles demandas sociales. Existen herramientas legales suficientes que permiten mejorar de forma eficiente la situación actual. No caigamos en la trampa comunicacional, que más allá de disfrazar la verdad, nos puede llevar a la profundidad económica, con las consecuencias que eso implica: desempleo, precariedad y pobreza. No nos dejemos engañar por falsas promesas que serán incumplidas doblemente. No resolveremos las demandas sociales y estaremos más pobres que antes. No desconectemos del ventilador a este paciente que agoniza, es tiempo de cuidar nuestro país y su economía, porque finalmente se traduce en mayor bienestar para la gente que vive en él.


Fuente: Luz María Koch C. – Viernes 27 de marzo