Aquellos excluidos de siempre
Esta pandemia, nos golpea en la cara la condición de incertidumbre, de fragilidad, fugacidad, de indeterminación de este contexto natural donde se desarrolla la vida humana. Esa dolorosa condición que incluso en tiempo normales, deseamos desconocer.
Ante esta desgracia de la pandemia, mantener de pie nuestra sociedad ordenada y civilizada, nos instala el desafío de integrar a “los refugiados sin techo, los desarraigados”, “a los que no pertenecen”, aquellos excluidos de siempre. Condición que aumentará “la pobreza y la desigualdad”.
La cesantía que ha traído las medidas de confinamiento, para evitar la propagación del COVID19, aumentó la pobreza y con ello, el sentimiento de marginalidad. Existe una parte de nuestra sociedad que nada pierde si todo lo destruyen, no tienen una buena razón para evitarlo, porque su realidad solo les ofrece frustración. Descargar su resentimiento y odiosidad es legítimo para ellos, y eventualmente les ofrece, ganar un espacio en esta sociedad injusta, sintiéndose parte de un colectivo e incluso, tener una participación activa en el escenario de esta gran mesa de un mundo, que perciben lleno de abundancias para todos, menos para ellos.
En el devenir de la vida en comunidad, todo ser humano busca obtener seguridad existencial eludir la amenaza de la exclusión, esto es, lograr y retener un lugar legítimo y digno en la sociedad humana (sentirse respetado y valorado como un legítimo otro). En el vivir cotidiano, se evita ser visto como irrelevante o con falta de mérito, esa indiferencia social es un dolor, que se suma a la pobreza. Por esta misma razón, que se requiere con urgencia, ver formas de dar estructuras que aumenten la productividad del trabajo, mayor tecnificación, de manera que las horas laborales generen bienes básicos suficientes, para salir de la línea de precariedad, y sobre todo de la agresiva invisibilidad.
La cesantía actual puede ser una gran perturbación para la salud mental y la paz social, fenómenos que no se puede aislar uno del otro y requieren ser atendidos desde ambas veredas. La cesantía es un evento que implica un gran estresor, siendo el apoyo social fundamental para poder enfrentarla y disminuir sus mortales efectos. Siendo la pronta reactivación económica y el apoyo social las vías de solución más inmediata.
Fuente: Mateo Ferrer, Psiquiatra miembro del Comité Unidos por Chile – Viernes 02 de octubre de 2020