Por: Esteban Jadresic
Economista de Moneda Asset Management
¿Mitos o verdades del coronavirus?
Chile sigue siendo líder mundial en muertos diarios de Covid-19 por millón de habitantes, pese a la reciente disminución en los contagios. Para superar esta dolorosa realidad y doblegar con éxito la pandemia, nuestros esfuerzos para seguir frenando las infecciones deben basarse en un buen diagnóstico. Lamentablemente, casi tan rápida como la propagación del virus, ha sido la de los mitos sobre sus causas.
Uno de ellos es que nuestras cifras de contagios más altas se deben a que los chilenos no respetamos las cuarentenas. ¿Quién no leyó del joven detenido 20 veces por violar las medidas sanitarias? Pero las Fuerzas Armadas ya informaron hace un par de semanas que solo un 0,5% de los individuos controlados no andaban con autorización para circular. La enorme mayoría cumplimos con lo que se nos pide.
Otra narrativa es que se debe a la alta movilidad permitida por el diseño de nuestros confinamientos. Esa explicación no es obvia a la luz de los datos internacionales disponibles. Según informa Google, Perú fue en junio el único país del mundo con una población similar o mayor a la nuestra que presentó una reducción más drástica en la movilidad. Y sus duras medidas han tenido un costo económico brutal: en abril su actividad productiva cayó 40,5%, versus 14,1% en Chile.
También se asevera con convicción que la rápida propagación del virus se debe al hacinamiento, la pobreza y la informalidad. Pero esos indicadores para Chile son de los mejores de América Latina. Incluso comparando con los países de la OCDE, las cifras de hacinamiento del quintil más pobre se ubican sorprendentemente en la parte inferior de la tabla y mejor que en países como Italia, Alemania y Francia. La migración seguramente empeoró las cifras para nuestro país, pero es aventurado sostener que justifica las altas tasas de contagio chilenas.
Entre tantas especulaciones, cuesta encontrar verdades claras. Una probable es que nos ha faltado complementar los testeos con un rastreo y aislamiento de los contagiados mucho mayor. Esa es la estrategia seguida por países exitosos como Alemania y Corea del Sur. El Ministerio de Salud informó el 15 de junio que dispuso de quinientas personas para reforzar esa labor, avance valorable pero que está aún lejos de llegar a las del orden de cinco mil personas que sugieren la experiencia alemana y recomendaciones para Estados Unidos.
Lo expuesto no significa que, además de ampliar masivamente el rastreo y aislamiento, no debamos reforzar la fiscalización, reducir más eficazmente la movilidad, aumentar la ayuda a los más vulnerables y aplicar otras medidas. Lo que ilustra es que actualmente la única verdad irrefutable sobre la alta propagación del coronavirus en Chile es nuestra ignorancia. Esperemos que el tiempo y el análisis riguroso nos den mejores explicaciones; mientras tanto, abordemos el debate y diseño de las políticas con más humildad y menos soberbia.